La episteme es ese conjunto de configuraciones que han dado lugar a las diversas formas del conocimiento. Es un sistema de interpretación que condiciona los modos de entender el mundo y aprehenderlo en un tiempo determinado. La episteme es el punto de partida desde el cual han sido posibles conocimientos y teorías, es el “espacio de orden” en el que el saber nace, es el fondo, el background que dicta el a priori histórico y determina en qué elemento de positividad han podido aparecer las ideas, “constituirse las ciencias, reflexionarse las experiencias en las filosofías, formarse las racionalidades para anularse y desvanecerse quizá pronto” (Foucault, 7). Hablar de episteme es hablar de un conjunto de relaciones que son posibles, en una época, entre las ciencias cuando se analizan sus regularidades discursivas. La episteme opera de manera inconsciente, es lo “impensado” desde lo cual se piensa. Desde este espacio las ideas manifiestan su identidad histórica más allá de su propia verdad...
Ella se para al lado del basurero, así se siente más glamurosa. La enorme distancia del metro al sur se acorta en el gemido de su tacón a medio romper. Las medias desgarradas, el pelo azul, los labios mórbidos. Trilce ¿para qué viniste? Ahogas la pregunta en el timbre de la puerta. La casa está impersonalmente llena. El diván es una sombra recogida y grapada contra la pared. Abres el teléfono con la misma solemnidad que el acta de graduación. ¿Lo ves? Él no te espera, él se ha vuelto otra sombra grapada. Gracias. Hasta luego. La fiesta… Ha sido todo.
Dueles en la memoria y ningún archivo es más pesado que el tuyo. Me ato a la almohada porque solo cerrando los ojos puedo verte de nuevo, besarte otra vez y tocarte mil años. Sigo sin despertar, sigo sin detenerme en otra casa, porque mi casa todavía no abre la puerta para huir. Es la casa encantada, no tiene más pasado, ni tiene más futuro, se detuvo en el tiempo. ¿Hay algo más bastardo que el silencio? No szerelmem, ven solo ven.