NO RESPIRES
Abel necesitaba un poco de aire, su habitación estaba asfixiante. La noche anterior había intentado algo más que trillado. Había querido cortarse las venas preso de sus alucinaciones y de haber descubierto a su hermano y a su novia en algo más que sombras cruzadas. Miraba su muñeca mortecina y distante pero a la vez se le hacía tan cercana por la forma. Se había dibujado con el cuchillo de cocina algo parecido a un pétalo. Veía la herida que ahora le pertenecía y le sabía a ternura. Tomó una vez más el cuchillo que estaba en el piso. Y vio que unos cabellos le cubrían como espinas. Empezó a imaginarse, a volar que a ese pétalo, a esa herida no le iría mal otros alrededor. Vacilante veía a veces a su cuerpo lleno de flores tatuadas. Su cuerpo convertido en un edén. Detuvo el curso imaginario y buscó las tijeras, y en un intento estúpido dio con un labial terracota. Que vano resultaba ahora recordar el día en que ella se olvidó aquel fetiche que ahora aparecía una fijación agridulce. Abe...