UNA MIRADA AL CINE EN ECUADOR

El 2006, sin duda fue el año que rompió mitos en el cine de nuestro país. Qué tan lejos, dirigida por Tania Hermida fue el punto de giro, que marcó una ruptura en la incipiente industria cinematográfica ecuatoriana. Ante el éxito internacional del largometraje varios cuestionamientos se abrieron, dando lugar a una serie de debates y posturas.

En esta ocasión abordaremos algunos aspectos básicos que han definido al cine ecuatoriano. Un breve repaso por su historia nos ayudará a encontrar estéticas antecedentes y posiblemente nos llevará a preguntarnos si efectivamente “qué tan lejos” ha merecido lo que ha tenido y si el cine se ha olvidado, así como el público de films que merecen también un reconocimiento rimbombante.

Un repaso en el reposo histórico

El cine llega a Ecuador alrededor de los años 20. Así como surgió en otros países, se sugirió aquí. Efectivamente, el nacimiento del cine se vio influenciado por la intención de “domesticar a la masa”, intención derivada de banqueros y políticos. Por ello, lo que se produce en esta época, son básicamente documentales de corte antropológico entre los que podemos citar “Las olimpiadas de Riobamba”, en donde se registraron algunos partidos de fútbol entre las ciudades de Ambato, Cuenca, Riobamba, Quito y Guayaquil.

Gracias al apoyo del Estado, se crearon empresas fílmicas privadas que produjeron noticieros, entre las que se pueden citar: Ambos Mundos, Olmedo Film, Rivas Film, Gráficos del Ecuador, Gráficos Miranda y Ocaña Film.
“Para los años cincuenta, de no contar con esporádicos noticieros y una que otra aventura de cineasta aislado, el cine ecuatoriano había muerto prácticamente en la cuna…”

Para comienzos de los años setenta, el número de empresas productoras se había incrementado lo suficiente, de tal forma que los realizadores buscaron formas de convertirse en un ente con voz y voto. Fue así como se agremiaron y conformaron la ASOCINE en 1980, con el fin de lograr algunas formas de protección y auxilio estatal.
La existencia y cohesión del gremio permitió que, a comienzos de los años 80, se lograra una exoneración de impuestos a la producción nacional, y en corto tiempo los realizadores ecuatorianos produjimos un par de docenas de cortometrajes y logramos los primeros éxitos internacionales.

De aquí en adelante, empezaría una carrera en ascenso para el cine ecuatoriano. Sin embargo, hay un dato que resulta bastante vergonzoso – o mejor dicho- triste y que nos cuestiona, y es que entre 1924 y 1999 apenas se registran 17 largometrajes de ficción según la Cinemateca Nacional, lo que significaría un promedio aproximado de un film cada cuatro años.

De lo poco lo bueno

Es así, que el primer largometraje ecuatoriano “El Tesoro de Atahualpa” de Ecuador Film Co. se estrenó el 7 de agosto de 1924 y años más tarde en 1930 se estrenaría el primer largometraje de ficción “Guayaquil de mis amores”. Con estos films, Ecuador daba sus primeros pasos.

Posteriormente vinieron renombrados largometrajes como Sensaciones, La Tigra, Entre Max y una mujer desnuda, Ratas, ratones y rateros. El 2004 fue un año de crecimiento con el estreno de dos películas: “Mientras llega el día” de Camilo Luzuriaga y “Crónicas” de Sebastián Cordero, considerada ya como una superproducción. De tal forma, Ecuador empezaba a sonar en los festivales internacionales como en el de Cannes.



¿Qué tan lejos llegamos?

Pero no es hasta el 2006 que el cine en el Ecuador cambió de color. La cinta “Qué tan lejos” de Tania Hermida rompió records taquilleros. Por primera vez en la historia las salas de cine se abarrotaron para ver un film ecuatoriano y es aquí donde empieza el debate.

¿Qué hizo que este film tuviera tanto éxito? Quizá sea muy difícil señalar un único aspecto. Al parecer la apuesta por hacer de lo cotidiano y de lo común una verdadera historia se evidenció en el film.

Si bien es cierto no se trata de una trama con un final al estilo Hitchcock, pero tiene mucha riqueza expresiva. Por un lado, el contexto, los paisajes de una nación desplomada en un aparente vacío y un círculo caótico, vivifican y otorgan un sentido mayor a una historia que podría pasar por trivial. Por otro lado está la construcción de los personajes, que al fin y al cabo son los que le dan espesor al film.

La apuesta por lo real, por lo “yo soy así” dio resultado. Y en esto radica el éxito de la película. Qué tan lejos no sorprende pero si se siente. Los ecuatorianos de una u otra manera nos vimos reflejados en los fotogramas. Éramos, Jesús, Tristeza, Esperanza, e incluso “el pollo” del que poco vimos. Los espectadores se sintieron protagonistas y ya no personajes secundarios.

Fue una película de bajo presupuesto pero que evidenció la capacidad, el ingenio y el amor por el arte. Con el “advenimiento” de “Qué tan lejos” los esquemas se rompieron en cuanto al cine ecuatoriano, no solo con el hecho de que un film nacional sí puede llenar las salas; sino que ¿por qué recién ahora?

Indudablemente el escaso e inexistente apoyo que ha habido por parte de los gobiernos ha sido un factor de peso. El cuerpo legislativo mucho menos ha buscado medidas y normas que benefician a la “industria cinematográfica nacional”. Los respectivos ministerios y demás autoridades poco crédito le han dado al arte.

Con cierto retraso se ha creado ahora un Ministerio de Cultura y con un poco más de antelación nos llegó la Ley de Fomento del Cine Nacional por Decreto Ejecutivo en el 2006 con el gobierno de Palacio.

Esperamos que con esto no solo la cultura, sino que el cine ya sea de todos, pues no en vano se sigue produciendo cine y del bueno. Dos muestras de ello son: Esas no son penas y el reciente estreno: Cuando me toque a mí. Ojalá y nos siga tocando a todos.

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