REALIDAD PARALELA, LA DOBLE VIDA VIRTUAL


"¿Cuánto tiempo duraremos
si nos abandona el principio poético?"
F. Lloyd Wright (1867-1959)


La comunicación se ha vuelto matriz y la videósfera se ha convertido en nuestro nuevo horizonte. Las “neonatas” tecnologías y los incesantes espacios de intercambio de ideas se han desplegado en nuestra era, para invitarnos al consumo de lo que por bien tengamos.

Ante esta emergencia de nuevas formas de relacionalidad y de vinculación con la realidad (y con lo que presupone su anexo o realidad virtual), no caben respuestas maniqueas o posicionamientos “de raíz”, más bien se trata de profundizar y complejizar su amplia problemática.

¿Qué queda del homo sapiens? ¿Ha pasado de ser homo sapiens a ser homo videns? ¿Cuál es la nueva lógica humana que despiertan las nuevas tecnologías? Indebatible: “Nos encontramos en plena y rapidísima revolución multimedia”[1]. Esto ha devenido en una transformación del la “moral del ojo”, del “modo de ver”. El hecho de que lo que veamos ya no sean imágenes directamente de mano humano sino imágenes creadas o reproducidas en exactitud por una máquina nos genera un choque de sentidos.

Sin embargo, este big bang de lo “tech” no es un producto ex nihil, sino que presupone un estadio, consecuencia de otros similares aunque con rupturas menores. Me refiero a que la actual revolución visual tuvo, una abuela y una madre. Primera revolución: invención de la escritura[2], la segunda revolución: invención de la imprenta, tercera revolución: la nuestra, invención del ordenador.

Lo que diferencia a nuestra revolución, es que si bien el ordenador es el invento magno por excelencia, existen otros cambios a nivel tecnológico que estimulan esta “videofagia”. Aquí ubicamos a los medios de comunicación y al Internet.

Hasta la saciedad, hemos escuchado la popular frase de McLuhan, y ahora cliché entre la jerga mediática, que sostiene que nuestro mundo es una “Aldea Global. Efectivamente, todos comunicados con todos como si estuviésemos en el mismo espacio-tiempo. Pero, “los interlocutores no son personas sino sus simulacros. Los objetos reales se desmaterializan convertidos en flujos de píxeles en las pantallas.”[3] Automatización de los sentidos. Metamorfosis de la mirada.

Habitamos un mundo paralelo, una realidad virtual, somos parte del imago y del flujo visual que ya no sorprende. El Second life es un imperativo categórico de esta época, para algunos a-moderna y para otros pos-moderna (La una niega a la anterior y la otra es sólo secuencial).

Ahora bien, se debe tener en claro dos cosas: la imagen (lo ideal) y la tecnología (lo material). Distintos modos de hacer, distintos modos de ver. Por ello, revisaremos estos dos elementos brevemente, para comprender un poco mejor.

El nuevo diluvio: Imágenes, yo y web 2.0

Las imágenes invaden nuestras vidas. De hecho pensamos en imágenes e incluso el no-pensamiento también se desarrolla en imágenes. Pues, sin duda: “la imagen, procede de un tiempo inmóvil, que es el tiempo de lo afectivo, de lo religioso y de la muerte. Ese tiempo ignora las construcciones de la razón y los progresos de la técnica.”[4].

Entonces ¿qué sentido tendría hablar de una invasión de imágenes, si siempre han estado ahí, en todo? La cuestión actual es que ya no se trata de una “imagen al natural”, sino de una “imagen reflejo”, y de una “imagen simulación”. Es decir, se trata de imágenes fabricadas, intencionadas y dirigidas a, con y sin propósito. Es una imagen igual a la realidad o incluso mejor que ella. Ya no es la imagen del ojo, es la imagen de la máquina. Elaborada, magnificada, placentera por excelencia, generadora de fascinación. Por tanto, me atrevo a decir que aparentemente nos pone en contacto con la realidad, pero no lo es. De aquí que se genera una falsa conciencia, pues la imagen es solo apariencia y es nula de esencia.

La televisión es el medio de comunicación, más consumido por niños y jóvenes. Sus niveles de rating están dados en función de este target. Publicidad (nuevo arte ¿o antiarte? Por excelencia), escenas de sexo explícitas, programas contenedores, en fin una variedad de imágenes “cantinflescas” que dicen y no dicen nada. La actual invasión de imágenes es vacía de contenido. Entre novas y supernovas, ni un universo completo, nada más fractal que el hoy.

La televisión se ha encargado de convertir la noticia en entretenimiento y el entretenimiento en noticia. Edición trágica de imágenes, poco seguimiento a las noticias, escasez de contexto. En este sentido la imagen se presta. Su naturaleza es polisémica, de allí que una imagen sin texto no diga nada, o más bien dicho tiene interpretaciones como número de sujetos en el mundo. Todo vale.

Este imperio de la imagen y primacía del ver, nos ha convertido en adictos de lo espectacular. Lo hemos visto todo, ya nada nos sorprende. Necesitamos ver, ver para creer. “Es cierto, lo he visto en la televisión”, se oye decir. Por ello, sostengo que el pensamiento crítico es casi nulo. Es la imagen por sí misma la que genera la satisfacción, y al ser esta su naturaleza de ser per se vacía el texto.

Nos gusta la televisión por ser mejor que la realidad. Atardeceres paradisíacos, lugares mágicos, personas perfectas. Efectivamente las nuevas tecnologías se han encargado de subyugar la mentalidad humana. La lectura es un placer en decadencia. La imagen es la que vale más que mil palabras, se dice, aunque esto sea una falacia. Sin embargo, los nuevos medios, paradójicamente han permitido la proliferación de escritores aunque también tenga su propio rebote. “Todo el mundo escribe libro: fin de la cultura libresca. Todo el mundo tiene su coche: fin de la era del automóvil. ¿Habrá que decir mañana: todo el mundo ve imágenes, nadie las mira?”[5]
Cuestionamiento contundente. .El acceso masivo a estas nuevas tecnologías ha permitido que todos seamos imagen. Un ejemplo como decía anteriormente se trata, de que ahora todos podemos ser autores, de libros, de música, de vídeos, etc. El desarrollo de la tecnología como la Web 2.0 que pertenece a las Redes Sociales, ha permitido que el usuario sea el que tenga el poder del contenido que se difunde en la web, en sus manos.

Desde sitios como Wikipedia, pasando por Youtube hasta llegar al famoso Hi5, nos han conmocionado. Así por ejemplo, a través de la Wikipedia tengo la facultad de socializar mi conocimiento o bien de desinformar. Con el YouTube, es otra historia. Puedo subir mi vídeo a la web y ponerlo a disposición de cualquier cibernauta. Sino, recordemos el pintoresco caso de Delfín Quishpe y sus “Torres Gemelas”, gracias a lo cual, su nombre se dio a conocer en Chile y en otras partes del mundo. Mundo bizarro a la carta. El Hi5, es otro fenómeno. Ese “yo fractal” en un sitio poblado de gente de todas partes del mundo. Amigos de Brasil a China y hasta de Marte. Habitantes de un no-lugar, el Internet.

No se trata de satanizarlos, ni ensalzarlos en la plenitud de la época de la imagen y la infoxicación. Sino de ver como nos han trastocado. Ahora el individuo tiene el poder y en efecto su casa, es su mundo. Por un lado, la economía de tiempo es un avance, pero por otra la desnarración del yo, nos provoca resquemores. Es la imagen del yo, puesta en escena, es el “como me veo” el que deambula en los bites.

Consecuencia inclemente. Un yo desentendido de otras realidades - pues tengamos en cuenta que las tecnologías abren otras brechas con los desposeídos- acrítico, egocéntrico y propenso a un choque de emociones. Al final: “Somos nosotros los que recomponemos la imagen”[6].

Realidad paralela: la nueva doble vida virtual

¿La imagen más allá que dar cuenta de sí misma, da cuenta de quienes la ven? Ciertamente lo parece. Aunque casi ya hemos hablado de esa realidad virtual, brevemente. Aquí, me referiré a algunos otros aspectos.
Se dice que la realidad virtual es un sistema que permite a uno o más usuarios ver, moverse y reaccionar en un mundo simulado por ordenador o computadora. Este reciente avance trasluce la decadencia de la actual raza humana.

Hemos apagado la luz de otras formas de ver y de otros placeres. El individuo ya no solo que explica la realidad, la interpreta, la estudia, o la representa, sino que va mucho más allá, la simula, la somete, la mata y crea otra dentro de esta y fuera de ella.

Asimismo, podemos inventarnos otro yo, con otra vida. Y de esto precisamente se trata la realidad virtual, un yo ficticio en un mundo paralelo viviendo, comiendo, atravesando situaciones como el yo terrenal.

Si le incomoda la realidad, hágase una. Parece ser una frase definidora de estos días. La realidad virtual emerge como una realidad profana, fuera de ser sublime o poética. Es una realidad en la que el individuo se crea idealizado, vive lo que en realidad quiere vivir. Juegos virtuales y Second Life ya no interpelan la rutina.

Además, la realidad virtual cobra otro cuerpo, cuando se trata de mí ser real hablando en presente con alguien que está totalmente lejano. Puedo hablar “face to face” con mi amigo de Alemania, así como escuchar una conferencia en vivo desde Italia en cualquier hemiciclo. Incluso puedo recibir clases a través de esta realidad virtual.

En este sentido, la encuentro sorprendente. Economizo un boleto aéreo, los traslados y demás ajetreos propios de un viaje. Puedo coincidir con otros aunque estén años luz de mis fronteras. Sin duda, las nuevas tecnologías se han encargado de dibujarnos un mapamundi dual: yo-mi realidad inmediata, yo-mi realidad virtual o yo-el mundo. Un juego binario que nos crea reacciones múltiples.

Es cataclísmico. “Como si todos los objetos que nos rodean se despertaran de un momento a otro y empezaran a dialogar con nosotros y entre sí.” [7] Sí, talvez esta sea la realidad virtual.

De todas formas, quedan aún varios canceles por abrir. Zoo visual, homo videns, o ser visual, no son más que las nuevas categorías que nos describen y nos explican.

Propongo sin embargo, la discusión el debate entre los pares. Individuos, gobiernos, medios de comunicación. No se trata de restringir contenidos, se trata de educar a la gente en saber conducirse dentro de este nuevo mundo, dentro de este neobarroco, lleno de todo y nada a la vez. La tarea consiste en formularnos preguntas, en crear veedurías, en generar políticas de gobierno que propicien la expansión de la tecnología pero con miras a la superación y al crecimiento de cada ser humano; que logren una pluralidad, una formación informada y crítica.

A nosotros ciudadanos, homo videns y homo sapiens, nos corresponde saber elegir. Tomar rutas adecuadas. Aprovechar de estos nuevos medios y también disfrutarlos. Crear nuestra imagen real pero no sacrificarla ante esa identidad alienante. Y como diría Piscitelli: “No se trata de sintetizar una máquina, sino la propia realidad”[8]
[1] Sartori, Giovanni. HOMO VIDENS, Taurus – pensamiento, Madrid, 1998, pág.11
[2] Según la ciencia, es desde aquí, que la historia empieza. Se principia el concepto de civilización y barbarie. Un pueblo sin escritura es un pueblo sin historia, de allí, por ejemplo, parte la idea de que América Latina es un pueblo sin filosofía, al ser una cultura oral.
[3] Piscitelli, Alejandro. CIBERCULTURAS 2.0, Paidós, Buenos Aires, 2001, pág. 40
[4] Debray, Régis. VIDA Y MUERTE DE LA IMAGEN. Gallimard, Barcelona, 1994, pág. 100
[5] Debray, Régis. VIDA Y MUERTE DE LA IMAGEN. Gallimard, Barcelona, 1994, pág. 204
[6] [6] Debray, Régis. VIDA Y MUERTE DE LA IMAGEN. Gallimard, Barcelona, 1994, pág. 232
[7] Piscitelli, Alejandro. CIBERCULTURAS 2.0, Paidós, Buenos Aires, 2001, pág. 39
[8] Piscitelli, Alejandro. CIBERCULTURAS 2.0, Paidós, Buenos Aires, 2001, pág. 79

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