EL NUEVO OUROVOURUS

El “crack”, el “desplome”, el “descalabro”, una larga lista de sustantivos y sinónimos han poblado las páginas de los principales diarios y noticieros del mundo para bautizar y titular lo que hoy, en palabras pobres es la “crisis financiera mundial”. Una crisis que le ha llevado al gobierno norteamericano a practicar equilibrismo extremo. El gobierno de los Estados Unidos nuevamente es el centro del cataclismo del mundo. Y lo que es cierto y evidente, es que esta parafernalia que viene armándose desde inicios de siglo por el riesgo de caer en deflación, trae dos inquietudes para el sistema neoliberal.

La primera es que el sistema se empieza a cuestionar así mismo como una reacción inmediata y principalmente comienza a revisar el rol del estado, el estatismo, el proteccionismo o ese neoliberalismo. Es decir, que luego de que el gobierno de Bush haya decidido inyectar “en diferido” 700 mil millones de dólares a su banca, se pone en duda la naturaleza del sistema que procura una menor y casi nula participación del estado dentro del mercado. Paradoja actual, gobiernos capitalistas con medidas socialistas y viceversa como el caso chino.

Las reglas del juego capitalista –si es que existen- son el centro de las mesas de debate de estudiosos y analistas. Europa emerge como ese profesor “iluminista” que pretende llevar la posta en la ruptura de un paradigma. Hace pocos días, previo a la cumbre que mantuvieron la Unión Europea y Bush; Sarkozy, presidente provisional del organismo, afirmó -según el principal diario francés Le Monde- que: “la Unión Europea ayudará a Bush a refundar el capitalismo”. Gordon Brown, primer ministro de Gran Bretaña también hacía un llamado a “revisar el sistema que hoy enfrenta su peor crisis en los últimos 80 años”. En esta última semana, en Alemania, Angela Merkel se ha reunido junto con su primer ministro y varios analistas económicos para dar una solución “alemana” a la crisis. Todos juntos en el experimento. ¿Fin del capitalismo e inicio de “otra cosa”? ¿Qué?

La segunda es que la geopolítica se está moviendo y lo digo en gerundio porque es una acción que aún no concluye. Sí, las piezas del mapamundi se están poniendo de cabeza. Esta crisis además de demostrar la pobreza del “anima capitalista”, trae a la superficie los colores magros de una “superpotencia”. Sus hedores más rancios. Ya Estados Unidos no intimida, no pone a temblar a su “patio trasero”.

Y si bien por un lado se ha dicho que América Latina será afectada por las remesas de los migrantes y los rubros de las exportaciones; por otro se ha afirmado categóricamente que nuestras economías “están acorazadas”, Tal como lo ha señalado Juan Pablo Rioseco, analista económico, “las razones para haber llegado a eso tienen un origen traumático. Tras varias crisis financieras, los reguladores locales impusieron normas estrictas y exigieron a las entidades financieras que clasificaran sus créditos según su riesgo. Y mientras más riesgosos, debían tener más capital para respaldarlos”. Es así como América Latina se ha puesto el poncho en medio del aguacero.

Las economías emergentes como China e India están convirtiendo a Estados Unidos en un peso cada vez más liviano en el mercado. El liderazgo estadounidense se está cayendo por primera ocasión, luego de que se estableciera como la “Némesis” del mundo en la Segunda Guerra Mundial y lo “unipolara” con la caída del socialismo stalinista. El concepto “gringo” de libertad se ha desmoronado. La pregunta que restaría por aterrizar sería si ¿Estados Unidos seguirá manteniéndose en la cima?, sino ¿Ahora quién?

Lo que ha quedado claro es que luego de que el concepto de libertad se ha visto mellado por la frenética adquisición de créditos para la compra de bienes inmuebles por parte de los ciudadanos -causal de la crisis-, el capitalismo se ha hecho el harakiri y se ha convertido en un ourovourus, aquel dragón de los cuentos que se come la cola así mismo.

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